martes, 20 de enero de 2009

En las nubes. (Parte I: TNT)







No se si todos compartiran la idea de que cuando una conoce a alguien especial, y está en ese período que involucra, desde los preámbulos del primer beso y que puede extenderse mas o menos hasta los primeros tres meses, se pone cierta y objetivamente estúpida. Anda con el culo, flotando en el aire. Toda la vida le transcurre por el costado, y solo importa lo que sucede dentro de la burbuja rosa en la que uno vive, donde solo hay espacio para todo aquello que involucre a la destinataria de nuestro enamoramiento, los recuerdos de momentos pasados juntas y la planificación de nuevos encuentros mágicos.



La última vez que me sucedió eso, la estupidez comenzó el 25/12/2004. Fue el día que se me ocurrió invitar a tomar mate a una amiga, con la cual manteniamos una muy respetuosa relación por msn, de mas o menos larga data, sin ningún tipo de interés de otro tipo que no fuera intelectual, por ninguna de las dos partes. Hasta ese día la relación se limitaba solo al msn, porque ella tenía su vida, sus ocupaciones y sus mujeres y yo lo propio. No teniamos tiempo (ni, supongo, que ganas) de mucho encuentro que involucre tiempo, traslados, etc. Pero siempre era un placer encontrarla en el msn y las conversaciones eran siempre muy interesantes.



Ese día, cuando nos encontramos casualmente, como siempre, en el msn, resulta que ella estaba suelta, yo sin mujer fija y con unos valores de titulación hormonal bastante altos. Era feriado, yo no tenia mucho que hacer y ella tampoco, asique tuve la feliz idea de invitarla a tomar mate a casa. Por supuesto, mis intenciones no eran serias. En ese momento mi hermano me pregunto, intrigado por el colmillo que se me habia atascado en la barra espaciadora, si era linda. A lo que respondí: "No me acuerdo...". Aca vale aclarar, que no soy muy fisonomista y solo puedo reconocer, en caso de encontrarme en algun lugar, solo personas con las que tengo trato asiduo. El resto de la gente, me resulta imposible. Me pueden parar en la calle, saludar, conversar media hora y, si la conversación no me da ninguna pista, puedo despedirme sin saber con quien hablé. Recuerdese, a modo de atenuante con respecto a mis intenciones, mi titulación hormonal de ese momento.
No imaginaba que al abrir la puerta de mi casa, me iba a encontrar con una sonrisa, que me iba a provocar el efecto de la onda expansiva de un explosivo marca ACME. Sentí que me golpeaba directamente en el centro de mi ser y que me quitaba el aire. Creo que trastabillé, o eso me pareció. En ese momento no lo supe, pero ese, fue el preciso instante, en que me enamoré.






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